martes, 12 de julio de 2011

Más vale un 5 honrado...

En nuestro país se ha celebrado recientemente la Selectividad, como cada año. En Francia, lo más parecido a este examen que existe es el llamado examen de Baccaulauréat, conocido popularmente como “le Bac”. Esta prueba se realiza al final de la etapa de enseñanza secundaria y es la vía de acceso a los estudios superiores.

Este año, la celebración de estos exámenes se ha visto envuelta en un escándalo debido a diversos episodios de posibles fraudes y filtraciones de preguntas. El caso más grave ha sido el de la prueba de Matemáticas: en una popular página web apareció una fotografía en la que se podía leer una de las preguntas del examen. Especialmente polémica ha sido la decisión de si debían anularse o no aquellos exámenes bajo sospecha, obligando a los participantes a repetir la prueba. Finalmente se ha mantenido el examen, pero dejando sin calificar el ejercicio en cuestión. En este momento se sigue investigando, hay varios detenidos y se ha abierto un debate sobre la necesidad o no de cambiar el tipo de examen, la utilidad de la prueba en sí, y, en menor medida, sobre el tema del engaño o fraude.

Que un estudiante intente copiar no es nada nuevo, el uso de la tecnología con este fin no es sino un reflejo de nuestro tiempo, de la tradicional chuleta se pasa a sistemas en principio más sofisticados pero bajo los cuales subyace la misma intención. Plantearnos cómo podemos enfrentarnos a esos “nuevos” métodos de copiar es sin duda una cuestión muy interesante, pero en esta ocasión quiero centrarme en esa intención que mencionaba un poco antes, en el ánimo de engañar o hacer trampas.

Mi madre, maestra jubilada después de 40 años de feliz práctica docente, siempre decía en clase y en casa que “más vale un cinco honrado que un diez copiado”. Ignoro el origen de este pegadizo lema, pero desde luego en mí surtió el efecto pretendido, y siempre he creído que era importante fomentar esos valores que por algún motivo parecen sonar cursis (honradez, ética, esfuerzo) en educación.

Al hilo de esta reflexión recordé algunas películas que pueden sernos de utilidad para trabajar la educación en valores:
-El club de los Emperadores (The Emperor’s club, Michael Hoffmann, 2002). En su momento pasó bastante desapercibida por considerarse simplemente “una copia de El club de los poetas muertos” pero merece la pena revisarla por su tratamiento del tema que nos ocupa (¡y tiene un buen reparto de actores!)

-Las reglas del juego/Tramposos (película para televisión, Cheaters, John Stockwell, 2000) Basada en un hecho real ocurrido en el Instituto Steinmetz de Chicago en 1995,evoca el eterno dilema de si el fin justifica los medios.

Me gustaría añadir dos títulos que a pesar de no estar directamente ambientados en el mundo educativo plantean interesantes debates morales y que son además dos estupendas películas

-Quiz Show/El dilema (Robert Redford, 1994)
-El caso Winslow (The Winslow boy, David Mamet, 1999)

Estos son sólo algunos ejemplos, pero quizás queráis compartir otras recomendaciones de cine o literatura sobre este tema. ¡Se agradecen sugerencias!

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4 comentarios:

  1. Yo he de confesar que copié en el pasado. No es que esté orgullosa de ello, pero tampoco me arrepiento. Si me preguntas por qué lo hice no te sabría contestar, porque perdía muchísimo tiempo elaborándolas.
    Pero al final tanta insistencia sobre que es mejor estudiar que copiar surtió efecto y al final prefería valorarme según el tiempo aprovechado. Pienso que de todo se aprende. Y sumando el tiempo que perdía elaborando las chuletas, los malos resultados, la tensión del momento y la vergüenza cuando te pillaban. Llegué a la conclusión que era mejor concentrarse en hacerlo bien.
    Y quiero pensar en inconscientemente los valores que tanto me machacaron tuvieron algo que ver.
    Películas... no sabría aportar ninguna.
    Las que me gustan son de ciencia ficción y creo que todavía no han hecho ninguna sobre la educación en el espacio exterior.
    Saludos.

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  2. A mí, como profesora y como madre, me preocupa mucho el tema de "copiar" en un examen, es decir, me parece grave que se vea como algo sin importancia o como algo inherente a la condición de estudiante. Creo que es muy significativo, y obedece a razones culturales más profundas, el hecho de que la cultura anglosajona sea mucho más estricta con este tema (y con todo lo que tenga que ver con la mentira, o la omisión de verdad y podrían citarse muchos casos en la Historia y política reciente). Creo que parte esencial de la tarea de educar es enseñar a discernir entre lo que es honesto y lo que no, y también hacer comprender a nuestros hijos/alumnos dos principios fundamentales: el valor del esfuerzo y el de que no hay saber inútil. Enhorabuena por la acertadísma reflexión de esta entrada.

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  3. También yo tengo que confesar que copié en el pasado, ya sabéis bachiller.
    Luego hice la carrera en Alemania y ni se me pasó por la mente, a pesar de que oportunidades no faltaban, pero nunca vi a nadie copiar. Creo que al final, te das cuenta que en realidad no engañas a nadie más que a ti mismo.

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  4. ¡Gracias Arancha, Julia y Amaia por vuestros comentarios y por vuestra sinceridad!Me gustaría añadir un par de cosas al hilo de vuestras aportaciones.Arancha hablaba del tiempo necesario para elaborar una chuleta. Siempre he pensado que sería interesante aprovechar ese tiempo en algo que realmente sea productivo ya que de alguna manera se está trabajando la capacidad de síntesis , ¡seleccionando la información importante!
    Julia señala la importancia del factor cultural.Un buen ejemplo de la seriedad con la que se trata este tema en la cultura anglosajona es la película que os recomendaba en mi entrada, El caso Winslow.

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