lunes, 12 de septiembre de 2011

Creatividad: la asignatura pendiente


Crear se ha convertido, en los últimos tiempos, en una parte esencial de mi trabajo. La parte que me motiva, que me intriga, que me permite crecer y explorar nuevas opciones. La que premite también, dicho sea de paso, que mi empresa Educación Digital crezca, al ofrecer proyectos novedosos en vez seguir ofertando más de lo mismo. Me gustaría poder dedicar todos los días un espacio de mi tiempo a imaginar, creer que es posible, jugar con las posibilidades. No lo hago de manera organizada, pero esto siempre está ahí conmigo, como lo estuvo siempre de pequeña, antes de que me olvidara de ello. 

Acabo de ver un video que ya ha circulado mucho, una de esas maravillosas charlas TED, en la que Ken Robinson ilustra cómo las escuelas en el mundo matan la creatividad en los niños/as. Es una charla conmovedora y a la par ingeniosa, en la que el ponente hace un análisis del por qué de la jerarquía de las asignaturas que estudiamos desde pequeños, por qué se da más importancia a unas que a otras, preparándonos a todos para un mismo objetivo, trabajar, y dejándose por el camino estupendas mentes creativas que con suerte encontrarán su propia vocación por otras vías más personales. Ken aboga por conceder a la creatividad la misma importancia que la alfabetización y no puedo estar más de acuerdo con él.

Decía antes que hubo un momento en mi historia personal en que me olvidé de la creatividad por un largo tiempo. Empezó, diría en el instituto y continuó en la universidad. Como niña leía ávidamente, escribía cuentos que incluso intenté que me publicara la editorial SM, hacía cerámica, teatro, flamenco, creé una escuela de verano para los niños/as más pequeños del barrio, me encantaba disfrazarme, hacer pulseras y bolsos con distintas técnicas como el macramé y que luego vendía en mi puestecito callejero improvisado. En el instituto esto desapareció, diría que casi totalmente. Dejé incluso de leer. Por un lado, como adolestente que era empezaron a interesarme los chicos más de la cuenta y salir de marcha. Por otro lado, era de perfil empollón y empecé a dedicarle las tardes a llevar mis estudios al día. Mientras mis amigas se pasaban las tardes viendo la tele, yo estudiaba concienzudamente. Esto siguió así durante la universidad. Tuve grandes notas en general y disfruté mucho yendo de discotecas, todo hay que decirlo.

Pero mi creatividad se había dormido. Estoy intentando pensar si realicé alguna actividad durante todo ese periodo que fuera creativa, y no parezco recordar ninguna. Creo que empecé a recuperarme cuando en cuarto de carrera pensé que sería capaz de crear un curso de inglés jurídico que pudiera impartir más adelante, como efectivamente hice y que fue el comienzo de mi actual empresa. Mi creatividad se tornó carácter emprendedor, y es tan sólo ahora que realmente soy consciente del valor que tiene para mí y de que es una cualidad absolutamente excepcional. 

Enlazando con el video referenciado arriba, es un hecho que nuestro sistema, en alianza con los padres y madres, no valoran suficientemente el talento y la necesidad innata del ser humano de crear. En el video, Ken nos habla del error como algo fundamental, pues el miedo a errar que se nos inculca e inculcamos mata el impulso creativo. La prisa por obtener resultados, querer ser mejores que los demás y focalizarlo todo a conseguir el mejor trabajo posible, también. Y esta es la base de nuestos sistemas educativos en las distintas partes del mundo. Algunos nos recuperamos, milagrosamente, y volvemos a tomar el mando. Porque por algún lado tiene que volver a salir.

Creo así firmemente que la creatividad es una asigantura pendiente, como lo son otros valores esenciales como la autoestima, la paciencia o la compasión.. Como docentes (y/o padres) el primer paso, como siempre, es ser conscientes de su relevancia. El siguiente paso es encontrar la manera de potenciarla porque, como el título del libro de Jose Antonio Marina "Educar el talento", es posible potenciarlo tanto como es posible aniquilarlo. 

Os dejo con el video de Ken Robinson, en inglés pero podéis habilitar los subtítulos en las distintas lenguas. Espero que os emocione como mí lo ha hecho.




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5 comentarios:

  1. Genial el video. Estoy totalmente de acuerdo y tu reflexión me ha hecho pensar algunas cosas.

    Es curioso cómo se confirma, cuando miramos en nuestra historia personal, que nuestros sistemas educativos matan la creatividad. Yo también fui un niño muy creativo, pero en mi caso se extendió hasta que acabé el instituto, que fue precisamente el momento álgido de mi capacidad creativa (hice el bachillerato artístico). Pero el sistema educativo y, no sólo él, la sociedad en general, nos convence de que eso no sirve para nada, no tiene futuro, etc. Por esa razón acabé estudiando idiomas, porque me gustaban y se me daban bien, pero no era lo que realmente me apasionaba.

    Afortunadamente, poco antes de acabar la carrera comenzó a despertar de nuevo mi instinto creativo (comencé a dibujar de nuevo, a escribir, en Italia llegué incluso a hacer teatro) y ese camino me llevó hacia la docencia, el único ámbito donde vi la posibilidad de hacer un trabajo creativo que me aportase algo y donde yo pudiese aportar algo. Nunca quise ser traductor y no lo he sido, no creo que pudiera dedicarme a eso toda la vida. Ahora no me arrepiento y estoy contento, pero quién sabe cómo habría sido mi vida si no hubiese cortado esa parte creativa entonces.

    Menuda chapa te he soltado jeje.
    Gracias por esta entrada, creo que ha sido una de las que más me han gustado y más me ha llegado.

    Un abrazo.

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  2. No puedo estar mas de acuerdo, el miedo a errar es un inhibidor de la creatividad. Me ha encantado tu exposición.

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  3. Gracias Ricardo por tu generosidad constante. Me ha gustado mucho leerte. Un abrazo.

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  4. Felicidades, magnífica exposición. Te doy la razón en casi todo y sin matices, pero hay una cuestión que me abruma... ¿cuando voy a leer esos cuentos escritos de niña?
    Muchos besos y continúa así.

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  5. Ay Esteban, creo que no se pueden recuperar, ¡ja,ja! Muchas gracias por leerlo, como siempre. Abrazos.

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